miércoles, 26 de septiembre de 2018

¿Cómo freímos los huevos (a nivel molecular)?



La clara del huevo es una sustancia líquida compuesta por agua y proteínas dispersas en ella y separada de la yema por una membrana. Una de estas proteínas, la más abundante de todas ellas, es la ovoalbúmina. Como toda proteína, la ovoalbúmina es una cadena de aminoácidos 
plegada sobre sí misma a través de las interacción de estos aminoácidos con enlaces débiles, tanto

 Cuando aplicamos calor sobre el huevo, para freírlo o para cocerlo, las proteínas que se encuentran en su interior se agitan, chocan entre sí y los enlaces que les confieren esa estructura globular se rompen: las proteínas se desnaturalizan. Entonces varias proteínas desnaturalizadas pueden interaccionar entre sí formando nuevos enlaces y, de esta manera, redes proteicas. Así, la yema que antes era un líquido transparente en el que flotaban proteínas globulares, se transforma en un sólido formado por una trama de proteínas desnaturalizadas a través de las cuales no atraviesa la luz y por lo tanto adquiere color blanco. Con la yema ocurre lo mismo, pero de un modo más lento debido a la presencia de lípidos que impiden la interacción de las proteínas desnaturalizadas a causa del calor.



LA ORIENTACIÓN MAGNÉTICA DE LAS AVES





Las aves son uno de los pocos tipos de animales que de verdad pueden detectar al campo magnético terrestre. Aunque los mecanismos exactos para hacerlo se están estudiando activamente, los científicos en general aceptan que las aves usan su sentido del campo magnético para emigrar. Para un ave que migra grandes distancias, este sentido llamado magneto recepción es lo que le permite mantener el rumbo, inclusive bajo condiciones climáticas desfavorables, como cuando hay poca visibilidad.

El pico

En todas las aves, las terminaciones cortas nerviosas en sus picos contienen suficiente hierro para reconocer la resonancia magnética. Este descubrimiento llevó inicialmente a los científicos a creer que las aves utilizaban sus picos para navegar por el campo magnético. Sin embargo, aunque el hierro es capaz de reconocer los cambios en la orientación del campo magnético y su intensidad, no ofrece un método para diferenciar el norte del sur. Además, experimentos recientes han demostrado que un ave puede ser "cegada" de este sentido por la ruptura de estos nervios y aún así poder volar.



El ojo

La investigación actual demuestra que existe un receptor magnético en los ojos del pájaro que puede recoger información visual sobre el campo magnético de la Tierra.